enero 17, 2007

Guenda guti (La Muerte)

Tu, mi gran ser, el único que sabe lo que es dolor.

Ellos, muchos mis hermanos de hambre, de llanto, de consuelo, de soledad;

De fríos, de mojadas, de risas, de no entender mandos incompetentes.

Sufrimos humillaciones el desprecio de la gente

No quiero darte armas para que te lastimes más.

Recuérdame siempre.

Ex – sargento de la PFP.


De niños acompañamos cuantas veces a mi padre, es octubre y
pronto noviembre. El camino es fangoso, el olor a hierbas es
exuberante, con días de anticipación se hacen los almácigos,
son las mejores flores del año pasado que se pusieron a secar,
ahora solo basta sacudirlas para que se deshojen, se recogen
en una bolsa y con ellas se hace un tapete en el suelo, el
tamaño varia entre uno por dos metros y de acuerdo a las
necesidades, después se le pone una capa de tierra muy delgada,
así cuando sople el aire o llueva no se arrastren los pétalos,
después se monta una ramadita que cubre las dimensiones del tapete
–en realidad le llamamos almacigo- entre 50 cm . Y un metro de altura,
cuando se humedezca el almacigo el agua no caerá directamente
sobre los pétalos o la planta cuando ya germinada, después crece
aproximadamente una cuarta de la mano, y se transplanta a los terrenos
previamente trabajados donde será su suelo definitivo. El cambio
se hace muy de mañana cuando este lloviznando, ayuda que la mata
no se sienta y se ponga triste, luego es esperar otros tiempos y
crecerá, se le arrima tierra en su pie y las que estén muy ramudas
se le colocara una vara que la sostenga: cuando empiezan a
florecer serán muchas las plantas que necesiten la vara, pues
sus brazos se cargan de flores y el peso causa que se rompan
los brazos, cuando uno camina entre las plantas hule a "todos santos"
decimos por aquí.

Luego esperar que llegue 28 de octubre, 29 y ya se esta cortando
la flor y llevándola al mercado, se arranca desde la raíz, y se
acarrea al hombro por tercios hasta la orilla del terreno donde se
dejan caer sobre hojas de plátanos colocadas previamente y tramos de
plástico. Unas manos diestras de un machetazo le cortan la raicilla,
otros dedos le arrancan los ramos para hacer manojos y los amarran
con pedazos de majagua –tiras del tronco del platanar remojadas,
funcionan de mecate-. Se llenan la carreta tirada por bueyes y se
lleva la carga a los pueblos vecinos o al mercado de la ciudad, dejando
el olor por donde se pasa y anunciando con su color amarillo la llegada
de las almas, así son las flores de muerte o cempoalxochitl en la tierra.

Transcurren el tiempo y llega el dos de noviembre, mi abuela decía que
este día en especial es grande, ella quería decir pesado, o de mucho
respeto, puesto que nos visitan las almas de los adultos, y como son así
pues es pesado, más para los
niñ@s o los jóvenes que son irrespetuosos,
por eso decía que nadie debería salir de casa salvo para visitar el panteón
, o a los parientes y esperar la visita de las almas, se abren las ventanas
y las puertas de la casa sahumando constantemente las ofrendas y el altar,
la comida se cambia de acuerdo al horario, el la mañana el chocolate de
agua y con leche para que escojan o para satisfacer los gustos, mucho pan,
y de almorzar los tamales, para la comida mole con piezas de pollo o caldo
de gallina, mezcal, cerveza, el agua no debe faltar porque ellos traen mucha
sed dice mi abuela.

Por la noche chocolate una vez más, tamales, se ponen tortillas en servilleta
nueva y un tenate o bolsa para que se puedan llevar sus cosas las visitas
anuales, también nuevas velas para alumbrarse el camino de egreso al camposanto
de donde Dios les dio permiso de salir, así fueron los dos de noviembre con
mi abuela, mi madre y gente del pueblo.

Ahora he crecido un poco, dicen que ya soy grande y me toca repetir el rito
y la ceremonia pero… no pude llegar a casa, tampoco visitar tu tumba abuela,
no pude sahumar tu altar, ni tampoco recoger las flores amarillas en el campo,
recuerda que se escogían las más grandes, tupidas de la cosecha para la casa
y los altares de los familiares, pero te digo abuela que no pude llegar,
viaje el día primero a Oaxaca, y llegue el día dos a las 5 de la mañana a la capital,
tres horas después me encontraba frente a ellos, nosotros un ejercito de muertos,
el consuelo: que estamos muertos y después que nos mataron una vez no podrán
hacerlo nuevamente y sin embargo estaremos ahí, frente a frente como ese día
que los mire de cerca, de mi edad, de mi color, sus rostros morenos que reflejan
hambre, ojos cansados que reflejan sueño, de mi estatura, con la misma forma de
mi boca y nuestras caras parecían espejos unos reflejos fieles de los otros,
aun detrás de sus vísceras de acrílico miraba sus miradas desoladas, me duele
el alma… les hable abuela, con respeto, necesitaba hacerlo, tengo que decirte
esto para que sepas porque no llegué a verte y te aviso, que Chito tampoco fue,
menos Bernardo, ellos también estaban conmigo solo que eran los de enfrente,
los que pintaron la cartera verde de gris, los que sonaban los toletes en los
escudos de acrílico, los que me miraban con curiosidad tal vez, no lose. Uno de
ellos era chito abuela, de los que cerraban filas al grito de otro de ellos,
los que se apretujaban haciendo sonar las hombreras, los petos y las botas.

Cuando me subí al cascaron del volkswagen, quise gritarle ¡chito, hermanito
salte de ahí, chito vamonos para la finca, chito mejor regrésate pa´l norte,
primo, hermanito, ya tengo trabajo deja tu arma…! pero solo pude decirle al
señor que les gritaba "Seré curioso señor ministro ¿de que se ríe, de que se ríe?"[1]

En una exacta
foto del diario
señor ministro
del imposible

vi en pleno gozo
y en plena euforia
y en plena risa
su rostro simple

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

de su ventana
se ve la playa
pero se ignoran
los cantegriles

tienen sus hijos
ojos de mando
pero otros tienen
mirada triste

aquí en la calle
suceden cosas
que ni siquiera
pueden decirse

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

usté conoce
mejor que nadie
la ley amarga
de estos países

ustedes duros
con nuestra gente
por qué con otros
son tan serviles

por eso digo
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe

aquí en la calle
sus guardias matan
y los que mueren
son gente humilde

allá en la celda
sus hombres hacen
sufrir al hombre
y eso no sirve

después de todo
usté es el palo
mayor de un barco
que se va a pique

seré curioso
señor ministro
de qué se ríe
de qué se ríe.


Cuando Bernardo se dio de alta, recuerdo que llegue a casa de mi tía
Elia Vázquez, ella lloraba y me dijo que Bernardo se iba de soldado (PFP),
platique con él un rato paro estaba decidido, quería manejar el arma, bolar
en avión y helicóptero, pero no se si pensó que seria el mismo que pegaría
a su papá, que empujaría a su mamá con el escudo, no los se, pero cuando
lo vea en diciembre platicaremos, el ya no estará detrás del escudo y
tampoco traerá el uniforma gris, los escuchara hablar en zapoteca,
traerá su cadena de oro que tiene una águila colgada y sus iniciales,
comeremos del mismo plato y nos repartiremos el totopo, entonces platicaremos
abuela y te diré que me dijo y entonces iremos los tres haberte, Chito,
Bernardo y yo.



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