enero 30, 2007

Los enfados de los revolucionarios.

Ustedes cuando aman exigen bienestar
una cama de cedro y un colchón especial,
nosotros cuando amamos es fácil de arreglar
con sábanas qué bueno sin sábanas da igual.

Mario Benedetti[1]


El barco es enorme, más lo son los bancos de arenan de la “inteligencia” que se ciernen desde los arrecifes y litorales de la “intelectualidad”, la ideología, o simple y llanamente de la comodidad, posiblemente sea una de las razones que lleva a “estos” compás a izar banderas y emprender su viaje en alta mar, el cielo gris y las montañas desaparecen para brotar otra vez, la niebla ha descendido a cubierta y nos eclipsa, pero sabemos que estamos ahí: solo un camuflaje perfecto para el que desiste de vernos, y nosotros nos escuchamos, nos sentimos, y nuevamente la bruma se disipa, y brotamos, pero ya nos somos los mismos de un principio, otros ojos nos miran desde sus posiciones de firmes, desde la rendija de la noche, desde la guardia nocturna, desde con un poco de consideración.

Los de fuera buscando continuamente donde este más durito para pisar, tratando de atinar al no fango, buscando invariablemente las letrinas y el papel higiénico, … los de fuera buscando perpetuamente el lugar seco, y los de dentro por el contrario parecería gustar de la llovizna, y de repente se ven corriendo en las laderas como niños o ellos son los que aun siendo adultos no perdieron la inocencia y la franqueza de los niños, pareciera radicar en eso la diferencia.

Los de fuera quejándose del agua que se filtro a la casa de campaña, los de adentro solo bastan poner 3x2 mts. de plástico y se sienten seguros, ordenadamente no necesitan más espacio que aquel que puedan cubrir con su cuerpo, esto debería ser la regla… los de fuera tratando de ser simpáticos, los de adentro solo miran la lente… los de afuera se quejan que el menú solo contemple huevos con jamón, huevos con salchicha, huevos a la mexicana, huevos, revueltos…, pobrecitos de los de afuera ellos ya estarían muerto sin sus comodidades… los de adentro venden chayotes cocidos, tamales, pan, arroz con leche, café de olla, rábanos rojos, rábanos blancos.

Los de a fuera solo mirando desde el estrado o la periferia de la pista de bailes, los de adentro muy adentro moviéndose al son de la música de los clandestino, al son de la música de los revolucionarios, y los de adentro bailan hombre con hombre u hombre solo, solo quieren bailar…

Los de fuera con su bota de campaña, su calceta y bolsa de platico entre los tenis, su impermeable, su crema facial, su cámaras fotográfica, video, su dinero… los de adentro, con su botas de hule, su guarache, su guindìs (guarache de platico femenino), sus dos píesceses, su piernas gruesas, sus manos grandes y los dedos gruesos como ubre de vaca que amamanta, su caras que son sus ojos.

Los de fuera se despiden, suben a sus carros o a los carros colectivos, trepan sus morrales y mochilas de campaña, lámparas y celulares, sus crónicas e imágenes atrapadas en las películas, se llevan las respuestas a sus preguntas torpes, la síntesis de las mesas de trabajo… los que fueron puntuales al pase de lista aunque no trajeron la tarea pero dejaran su basura, sus platos y vasos de unicel y su exigida cuchara desechable en medio de la montaña, dejaron su excremento y su orina… pero que ya están haciendo revolución…

Los de adentro no esperan la partida, tampoco ser dejados ellos son así de por si, como ellos mismos, pero lo que compartieron con los de fuera, para los de adentro “no ha sido nada fácil, es un camino que –construyen- “en la practica, en las ideas y el conocimiento real”, y sentencia que con las preguntas que les ha surgido a raíz del encuentro intergaláctico, sus “respuestas caminan en el campo de la acción”.
[1] “Ustedes y nosotros” en: http://sololiteratura.com/ben/benedettiprincipal.htm

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